La Traída de La Rama en Agaete: una danza milenaria para invocar la lluvia

Scritto il 01/08/2025
da VivileCanarie ,

Cada 4 de agosto, por las calles de Agaete se renueva un rito colectivo que hunde sus raíces en la memoria aborigen: la Traída de La Rama, también conocida como Bajada de la Rama, es una de las fiestas populares más espectaculares y sugerentes de Gran Canaria. En esta jornada, miles de “rameros” —hombres, mujeres y niños— se reúnen al alba para descender en procesión desde el casco histórico hasta el puerto de Las Nieves, portando ramas de pino, brezo, eucalipto y otros aromas forestales. El gesto de agitar estos tallos evoca la plegaria ancestral para obtener la lluvia, elemento vital en un clima tan seco como el de la isla.

La mañana del 4 de agosto comienza con la Diana, un primer baile a las 5:00 alrededor del edificio del Ayuntamiento, en el que el “volador” estalla en el aire marcando el arranque de la fiesta. Al son de las bandas musicales, los participantes recolectan las ramas en las laderas del Pinar de Tamadaba o en otros parajes boscosos cercanos, para luego unirse al desfile, danzando y cantando hasta la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Allí tiene lugar la segunda y más amplia procesión —la verdadera “Rama”— que, entre pasos rítmicos y tambores, se extiende hasta el muelle de Las Nieves.

A lo largo del recorrido aparecen los cabezudos o papahuevos, enormes máscaras de cartón piedra que representan figuras populares de Agaete y contribuyen a crear un ambiente mágico y folclórico. Los “ramosos”, meciendo sus guirnaldas al compás de las dos bandas locales, llegan finalmente a la ermita de Las Nieves, donde depositan su ofrenda vegetal a los pies de la imagen de la Virgen. Antiguamente se creía que arrojar las ramas al mar y golpear las olas era esencial para despertar las nubes; hoy, el homenaje a la Virgen pone fin al rito con un hondo sentimiento de gratitud y esperanza.

La sucesión de tres bailes —Diana, Rama y Retreta (a las 22:00, con fuegos artificiales y música)— convierte la fiesta en una experiencia de todo el día, capaz de fundir lo sagrado y lo profano, la devoción y el espectáculo. La evocación ancestral de la lluvia se entrelaza con la dimensión social: familias y amigos se reencuentran a lo largo del trayecto, las callejuelas de Agaete se llenan de puestos improvisados que ofrecen papas arrugadas, pescado fresco y bebidas tradicionales, mientras los patios de las casas se abren para acoger a los visitantes.

Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 1972, la Traída de La Rama atrae hoy a miles de espectadores y fotógrafos, pero sobre todo sigue siendo un acontecimiento profundamente arraigado en la comunidad local. Los mayores transmiten a los más jóvenes el ritual y las canciones, y los vecinos se organizan para acoger a familiares y amigos venidos del continente. Según un estudio sobre el origen del rito, la celebración deriva de antiguos cultos guanches de petición de lluvias, cuando los Canarii bajaban de las montañas con ramas para suplicar al cielo, golpeándolas contra las aguas del océano.

Hoy, la Traída de La Rama ya no pide la lluvia para sobrevivir, pero devuelve a Agaete la conciencia de sus propias raíces: un momento en que la naturaleza, la historia y la espiritualidad se entrelazan en una coreografía vibrante, llena de color, ritmo y emoción. En el gesto sencillo de una rama agitada al viento resuena la memoria de quienes, siglos atrás, confiaban al bosque y al mar el secreto de la vida. Este 4 de agosto, Agaete renueva ese rito milenario, convirtiéndolo en una fiesta de comunidad que habla al presente con la voz del pasado.