Nuevas normas de la UE para reducir el desperdicio textil y alimentario: entre la sostenibilidad y la responsabilidad de los productores

Scritto il 17/09/2025
da Redacción

El Parlamento Europeo ha aprobado un paquete de medidas que podría redefinir profundamente la gestión de los residuos en la Unión, centrándose en dos sectores estratégicos: el alimentario y el textil. La iniciativa se inscribe en los objetivos del Pacto Verde Europeo y del plan de acción para la economía circular, con el objetivo de reducir el impacto medioambiental y reforzar la transparencia a lo largo de las cadenas de suministro.

Desperdicio alimentario: seguimiento y objetivos vinculantes

Los Estados miembros deberán recopilar y comunicar datos cada vez más detallados sobre el desperdicio de alimentos, estableciendo objetivos de reducción precisos para 2030. El objetivo es reducir a la mitad los alimentos que se tiran, en consonancia con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Según la Comisión Europea, cada año se desperdician en la UE alrededor de 59 millones de toneladas de alimentos, con un coste estimado de 132 000 millones de euros y un enorme impacto medioambiental en términos de emisiones y consumo de recursos.

Junto a la normativa, crece el papel de las soluciones tecnológicas y de mercado. Aplicaciones como Too Good To Go u Olio permiten a los consumidores comprar a precios reducidos productos cercanos a su fecha de caducidad, lo que supone ventajas para las empresas, los estudiantes y las familias. Estos modelos no solo reducen el desperdicio, sino que también favorecen la cohesión social y crean nuevas oportunidades de negocio relacionadas con la sostenibilidad.

Textil: responsabilidad ampliada del fabricante

El sector textil, responsable de casi el 10 % de las emisiones globales de CO₂ (datos del PNUMA), se verá sometido a un cambio de paradigma. En un plazo de 30 meses, los Estados miembros deberán introducir regímenes de responsabilidad ampliada del productor (EPR).

Esto significa que las marcas y los minoristas estarán obligados a financiar y gestionar la recogida, la clasificación y el reciclaje de los residuos textiles. Para los consumidores se abrirá un nuevo capítulo de transparencia: los registros públicos mostrarán los volúmenes producidos, lo que creará presión para que se adopten modelos más sostenibles y se reduzca la moda rápida.

Se espera que la medida impulse el mercado del reciclaje textil, aún poco desarrollado. En la actualidad, menos del 1 % de los tejidos usados se transforman en nuevas prendas (Fundación Ellen MacArthur, 2023).

Juliette Mizzi (Máster en Política y Regulación Medioambiental por la LSE) comenta estas medidas de la siguiente manera:

For food, EU Member States must increasingly report their food waste data, with specific targets to be met. As a recent Too Good to Go user – an app that lets consumers buy surplus food safely- I see how such initiatives not only help reduce waste but also support students financially and enable businesses to recover some value from food that would otherwise be discarded.
In terms of textiles, Member States now have to adopt Extended Producer Responsibility (EPR) schemes within 30 months of the directive’s entry into force. This will require fashion brands and retailers to take accountability for the collecting, sorting and recycling of textile waste. This will also allow for more transparency to consumers, as producer registers reveal production numbers.
Looking forward to seeing how these two new regulations play out in the coming months”

Un cambio cultural más allá de las normas

Las nuevas normativas de la UE forman parte de un proceso que requiere un cambio cultural, además de normativo. Si, por un lado, los productores deberán innovar sus procesos y cadenas de suministro, por otro, los ciudadanos tendrán la oportunidad de replantearse sus hábitos de consumo y elegir soluciones más conscientes.

En una Europa que aspira a alcanzar una economía climáticamente neutra para 2050, la reducción del desperdicio en sectores estratégicos como el alimentario y el textil se convierte no solo en una cuestión medioambiental, sino también económica y social.