Entre el Atlántico y los paisajes volcánicos de Canarias se respira una cultura con fuerte sentido comunitario: la tranquilidad canaria, una calma que nace del respeto mutuo y de la pertenencia colectiva. No se trata solamente de un ritmo de vida relajado, sino de una auténtica filosofía social que impregna cada aspecto de la cotidianidad isleña, desde las relaciones interpersonales hasta las grandes celebraciones comunitarias.
Las romerías: peregrinaciones de fe e identidad
Centrales en esta identidad son las romerías, peregrinaciones que representan una de las manifestaciones más auténticas y sentidas de las Islas Canarias. La palabra misma tiene orígenes latinos y deriva de "romero", a su vez de "romaeus", término usado para indicar a los peregrinos que se dirigían a Roma. Con el tiempo, el significado se extendió para indicar cualquier procesión religiosa en honor de un santo patrón.
En Tenerife, Gran Canaria y La Palma, estas fiestas populares transforman cada localidad en un derroche de colores, sonidos y aromas. Las carretas decoradas con flores frescas, fruta de temporada y productos típicos de la tierra desfilan tiradas por bueyes, mientras miles de personas visten los trajes tradicionales: las mujeres con camisas bordadas, faldas plisadas en tejidos de rayas, mantones y delantales decorados; los hombres con pantalones de lona resistente, camisas blancas, polaines trabajados a mano, botines de cuero gamuzado y el infaltable sombrero de fieltro negro.
Las romerías honran la tradición agrícola de cada zona a través de música y danzas típicas acompañadas de instrumentos tradicionales como el timple (pequeño laúd de cuatro o cinco cuerdas), las chácaras (similares a grandes castañuelas de madera), guitarras, flautas y tambores. Los bailes de los "magos" (término que en el dialecto local significa campesino) traen de vuelta a la vida la tradición rural con isas, folías, malagueñas y seguidillas, involucrando al público en danzas improvisadas que duran hasta altas horas de la noche.
En 2025, el calendario de Tenerife incluye eventos de relieve como la Romería de San Alejo (1 de mayo, El Tanque) y la de Tejina (10 de mayo, La Laguna), pero prácticamente cada municipio organiza su propia celebración a lo largo del año. Estas manifestaciones culminan con la ofrenda al santo patrón: frutas, productos agrícolas, dulces típicos como las truchas de batata (empanadillas rellenas de batatas y almendras) y vino local se llevan en procesión hasta la iglesia o la ermita dedicada.
Curiosamente, según algunas fuentes históricas, fueron las clases más acomodadas de Canarias quienes dieron origen a las peregrinaciones, reuniéndose vestidos de campesinos para celebrar la vida en el campo, servir vino local y festejar con cabras y ternera. En aquellos tiempos se creía que una buena cosecha era el resultado de la buena voluntad del santo. Con el tiempo, las fiestas se hicieron populares también entre los verdaderos campesinos, transformándose en una celebración religiosa para todos.
Los ranchos de ánimas: voces entre pasado y presente
Junto a las romerías, otra tradición musical profundamente arraigada en la identidad canaria son los ranchos de ánimas, corales itinerantes cuyo origen se remonta a los siglos XVI-XVII. Esta tradición nació cuando diversos grupos recorrían las calles al son de la música durante el mes de noviembre para recoger limosnas, introducida en Canarias por los frailes franciscanos.
El nombre deriva del hecho de que se trataba principalmente de cantos dedicados a las almas de los difuntos (ánimas). Los músicos se presentaban acompañados de panderos, castañuelas y espadas, creando una atmósfera de devoción sencilla pero intensa. Con el paso del tiempo, estos cantos evolucionaron asumiendo un tono más alegre durante el período navideño, dando vida a los llamados ranchos de pascua, que mantienen viva la tradición aún hoy.
En Lanzarote, uno de los ranchos de pascua más conocidos es el de Villa de Teguise, uno de los más antiguos de las Islas Canarias, que data del siglo XVI. Las actuaciones se desarrollan en las iglesias y plazas de Arrecife, Teguise, Tinajo, San Bartolomé, Tías y Yaiza, creando momentos de gran participación comunitaria. En Fuerteventura, esta tradición se mantiene durante las fiestas de pueblo, testimoniando la capacidad del archipiélago de preservar su patrimonio inmaterial a través de los siglos.
Reconocidas como patrimonio inmaterial por el Gobierno de Canarias, estas expresiones musicales representan un puente entre espiritualidad, arte popular y memoria colectiva, un hilo invisible que une las generaciones pasadas con las futuras.
La dimensión social de las romerías
Hoy las romerías asumen también una función social concreta y actual. No son solo celebraciones folclóricas de postal, sino que se convierten en auténticos momentos de solidaridad con recogidas de alimentos, apoyo a las familias en dificultades y fortalecimiento de los lazos comunitarios. En una época de creciente individualismo, estas fiestas recuerdan la importancia de la pertenencia y del compartir.
En este sentido, la tranquilidad canaria revela su significado más profundo: no es solo calma o lentitud, sino una filosofía de vida basada en empatía, respeto mutuo, solidaridad intergeneracional y compartir los frutos de la tierra. Es el arte de vivir en comunidad, donde el éxito individual no tiene sentido sin el bienestar colectivo.