Luis Marqueli Bontempo, el italiano que el 25 de julio de 1797 salvó Santa Cruz de la capitulación frente a la flota de Nelson

Scritto il 01/08/2025
da VivileCanarie ,

Luis Marqueli Bontempo (Savona, 1 de enero de 1740 – Santa Cruz de Tenerife, 16 de diciembre de 1817) fue el oficial italiano cuyo coraje y claridad cambiaron el rumbo de la “Gesta del 25 de julio” de 1797, la heroica defensa de Santa Cruz de Tenerife contra la flota británica de Horatio Nelson. Por entonces coronel del Cuerpo de Ingenieros, Marqueli jugó un papel decisivo al convencer al general Antonio Gutiérrez de Otero de rechazar un ultimátum inglés que exigía su rendición, asegurando así la salvación de la ciudad y de la isla.

Durante el asalto, iniciado con el desembarco de Nelson el 22 de julio, las tropas españolas soportaron combates encarnizados en varios frentes; durante la noche del 24 al 25 de julio el castillo de San Cristóbal quedó aislado y la confusión entre los oficiales alcanzó su punto máximo. El teniente coronel Marqueli, veterano de la Guerra de los Siete Años y del bloqueo de Gibraltar de 1779, a pesar de su salud frágil y su avanzada edad, mantuvo la calma cuando muchos caían en el desaliento y la desesperación.

Cuando un sargento británico entregó al general Gutiérrez un ultimátum que amenazaba con arrasar la ciudad y masacrar a la población civil en caso de negarse, varios notables expresaron temores de rendición. Marqueli intervino con firmeza, instando a no ceder ante la amenaza y a perseverar en la defensa. En el instante más crítico, llegó el teniente Vicente Siera con cinco prisioneros ingleses y la noticia de que el Batallón de Infantería de Canarias, dado por disperso, estaba a salvo y pronto reforzaría Santa Cruz. Con el humor desenfadado y las expresiones coloridas propias de su origen cubano, Siera ridiculizó a los pesimistas, llamándolos “cabrones” y tachándolos de cobardes, provocando una carcajada liberadora entre los presentes y reforzando la moral de los sitiados.

Reanimado, el general Gutiérrez, impulsado por el espíritu y los consejos de Marqueli, ordenó rechazar el ultimátum y liberar al sargento inglés, encargado de comunicar la firme decisión española a su comandante. En la batalla posterior, Nelson, gravemente herido y tras perder un brazo, se vio obligado a firmar la rendición incondicional: se comprometió formalmente a no atacar más las Canarias, promesa que mantuvo hasta su muerte en Trafalgar en 1805.

El mérito de Marqueli fue reconocido de inmediato por los españoles: en 1798 fue nombrado Director Jefe del Cuerpo de Ingenieros, en 1802 general de brigada y en 1805 mariscal de campo, continuando siempre destinado en Santa Cruz. A pesar de sus logros, su carrera estuvo marcada por disputas con la Junta Suprema de Sevilla y problemas de salud: en 1815, con setenta y cinco años, solicitó al rey su ascenso a teniente general para garantizar una pensión digna para su esposa e hijas.

Marqueli falleció el 16 de diciembre de 1817; el comandante general de Canarias lo recordó con escuetas y solemnes palabras al ministro de la Guerra. Hoy su memoria se custodia en el Museo Histórico Militar de Santa Cruz de Tenerife: un retrato póstumo realizado en 1849, basado en una miniatura juvenil y las descripciones de su hija, transmite su imagen en la vejez. Hombre reservado y alejado de la autocelebración, Marqueli es venerado como ejemplo de honor, lealtad y sabiduría, quien con firmeza e inteligencia salvó Santa Cruz de la capitulación.