Las Islas Canarias no son solamente sinónimo de playas y mar. Detrás de la imagen más conocida se esconde un verdadero paraíso natural, perfecto también para quien viaja en familia y desea pasar jornadas en contacto con la naturaleza. En 2025, el llamado “turismo activo en familia” continúa creciendo: según los datos de Promotur Islas Canarias, cada vez más viajeros eligen explorar el archipiélago caminando, uniendo el relax del clima templado a la aventura de las excursiones al aire libre.
Las Canarias ofrecen un clima estable todo el año, con temperaturas que oscilan entre los 20 y 26 grados, ideales para caminatas ligeras incluso en los meses invernales. La red de senderos está bien mantenida y señalizada, y en muchas islas hay áreas de descanso, miradores y rutas pensadas precisamente para las familias. Hacer senderismo con los más pequeños no significa afrontar fatigas, sino compartir una experiencia de descubrimiento y maravilla en plena seguridad.
Por qué elegir las Canarias para un senderismo en familia
Caminar en estos paisajes es mucho más que una actividad deportiva: es una ocasión educativa y sensorial. El ambiente volcánico, los bosques de laurisilva, las reservas naturales y los parques protegidos ofrecen a los niños la posibilidad de tocar la naturaleza con las manos. Cada isla regala una experiencia diferente pero igualmente accesible: Tenerife, Gran Canaria, La Palma, El Hierro y La Gomera proponen itinerarios breves, sombreados y ricos en estímulos visuales. Es una manera sencilla y gratificante de redescubrir el contacto directo con el ambiente y con el tiempo lento del descubrimiento.
Las rutas más bellas entre clásicos y joyas escondidas
Entre los senderos más conocidos y apreciados por las familias está el Camino de los Sentidos, en el Parque Rural de Anaga, en Tenerife. Se trata de un itinerario breve y circular, inmerso en el bosque, donde paneles sensoriales invitan a los pequeños exploradores a usar los cinco sentidos: tocar las hojas húmedas, escuchar los sonidos del bosque, oler el perfume del musgo. Una manera poética y divertida de enseñar a mirar la naturaleza con ojos curiosos.
Trasladándose a Gran Canaria, la Caldera de Bandama ofrece un paseo panorámico por el borde de un antiguo cráter volcánico: el recorrido es fácil y seguro y regala vistas espectaculares sobre la costa. Para quien prefiere algo aún más tranquilo, Los Tilos de Moya es una pequeña joya poco conocida: un itinerario de menos de dos kilómetros a través de un bosque fresco y sombreado, transitable en media hora incluso con niños pequeños.
En La Palma, el Bosque de los Enanos representa otra parada ideal para las familias. Aquí la vegetación es densa y de cuento, transporta a un ambiente casi mágico, entre helechos y árboles antiguos. En la isla de El Hierro, en cambio, el breve sendero que conduce al Charco Azul lleva a una piscina natural protegida por las rocas: un lugar perfecto para una pausa y, en los meses más cálidos, también para un baño en total seguridad.
Para quien ama explorar rincones menos concurridos, vale la pena considerar también la pequeña La Graciosa, alcanzable en ferry desde Lanzarote. Aquí la caminata hasta Playa de La Cocina, por un sendero arenoso y casi siempre desierto, es una de las experiencias más dulces y auténticas que se pueden vivir en familia.
Consejos para una experiencia serena
Caminar con los niños requiere solo un poco de atención y organización. Evita las horas más calurosas y lleva siempre contigo agua, gorra y protección solar. Mejor usar zapatos cerrados, incluso en los senderos más breves, y programar etapas cortas pero gratificantes. Un pequeño truco: transforma el recorrido en un juego. Pide a los niños que encuentren una hoja particular, una piedra colorida o un perfume escondido en el bosque. Así cada paseo se convierte en una aventura compartida, no en una obligación.
Hacer senderismo con los niños en las Canarias significa redescubrir la naturaleza con lentitud, a través de sus ojos. Cada paso se convierte en un momento de descubrimiento, cada parada en un recuerdo precioso. Gracias al clima templado, a los recorridos bien cuidados y a la seguridad que solo estas islas saben ofrecer, cada estación es perfecta para partir. Se elija Tenerife o una de las islas menores, lo importante es dejarse guiar por la curiosidad y el placer de estar juntos: porque el camino, cuando es compartido, es la parte más bella del viaje.

