Entre volcanes y playas de arena negra: viaje al alma de Canarias

Scritto il 22/10/2025
da Caterina Chiarelli

En el océano Atlántico, a unos 100 kilómetros de las costas africanas, las Islas Canarias cuentan una historia geológica iniciada hace más de 20 millones de años. Aquí la naturaleza es artista y escultora: moldea montañas que rozan las nubes, colorea el mar con tonalidades imposibles, dibuja playas que brillan de negro como perlas volcánicas. Cada isla del archipiélago es un mundo en sí mismo y cada paisaje una lección de geología viviente.

Donde nace la tierra

Las Canarias deben su existencia a un punto caliente del manto terrestre, similar al que ha generado Hawái. Hace millones de años, el magma ascendió desde el corazón del planeta a través de la placa africana, dando origen, una tras otra, a estas islas asomadas al infinito.

El volcán Teide, en Tenerife, es el guardián más imponente: con sus 3.715 metros sobre el nivel del mar (y más de 7.000 metros desde el fondo oceánico) es la cima más alta de España y el tercer volcán más grande del mundo por volumen después del Mauna Loa y el Mauna Kea. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007, el Teide no es un gigante dormido: la última erupción data de 1909 y los vulcanólogos lo monitorean constantemente.

Caminar entre los cráteres del Parque Nacional del Teide o sobre el terreno lávico de Timanfaya, en Lanzarote, donde el suelo alcanza todavía temperaturas de 600 °C a pocos metros de profundidad, es como hojear un atlas geológico a cielo abierto. Las rocas narran historias de fuego y renacimiento, estratificaciones que los científicos estudian para comprender la formación de los sistemas volcánicos oceánicos.

La arena negra que calienta los pasos

En las costas, el fuego se encuentra con el mar y se transforma en arena. Las playas de arena negra de las Canarias, nacidas de la fragmentación del basalto y del enfriamiento de la lava al contacto con el agua, son un fenómeno geológico relativamente raro a nivel global.

A diferencia de las arenas silíceas doradas, los gránulos volcánicos poseen una elevada capacidad térmica: retienen el calor del sol y al atardecer devuelven una agradable sensación de tibieza bajo los pies.

Playa Jardín en Puerto de la Cruz, diseñada por el artista y arquitecto lanzaroteño César Manrique en los años noventa, es un perfecto ejemplo de integración entre arte y naturaleza: jardines tropicales enmarcan la arena volcánica en un diálogo entre la obra del hombre y la del planeta.

Playa de Benijo, en la salvaje costa de Anaga en Tenerife, es pura libertad: olas impetuosas del Atlántico, escollos basálticos puntiagudos llamados "Roques de Anaga", un horizonte que se pierde en el azul.

Cada playa es diferente (desde Los Gigantes con sus acantilados de 600 metros a pico sobre el mar, hasta las extensiones negras de El Bollullo), pero todas comparten la misma belleza primordial, la de un paisaje que no deja de cambiar y en constante evolución.

Pasear entre los volcanes

Hacer trekking entre los volcanes de las Canarias es una experiencia que va más allá de la excursión turística: es un encuentro con las fuerzas que moldean nuestro planeta. El terreno negro bajo los zapatos, el aroma sulfuroso de la piedra caliente, el contraste estridente entre el rojo hierro de la lava oxidada y el azul cobalto del cielo crean una atmósfera de silencio cargado de significado.

Los recorridos del Teide y del Timanfaya, así como los paseos por la Ruta de los Volcanes en La Palma (donde la erupciónde lal Cumbre Vieja entre septiembre y diciembre de 2021 añadió 43 hectáreas de nueva tierra a la isla y creó dos kilómetros de nueva costa) son testimonios tangibles de la fuerza creadora de la naturaleza. La erupción de La Palma, seguida por vulcanólogos de todo el mundo, recordó que estas islas son laboratorios vivientes de geología.

Un cielo de observatorio natural

Cuando cae la noche, la oscuridad perfecta de las islas se transforma en un planetario natural. Las Canarias están protegidas por la Ley del Cielo de 1988, la primera legislación del mundo contra la contaminación lumínica y atmosférica, que tutela la calidad astronómica del cielo. No en vano, sobre las cimas del Roque de los Muchachos en La Palma y del Teide se encuentran algunos de los más importantes observatorios astronómicos del mundo, gestionados por el Instituto de Astrofísica de Canarias.

Por eso el Instituto Nacional de Astrofísica ha elegido el archipiélago para el programa "Italian Teacher Programme Galileo Canarie 2025", donde ciencia, educación y turismo astronómico se funden bajo uno de los cielos más límpidos y transparentes del hemisferio norte. Con más de 300 días de cielo despejado al año, las Canarias están certificadas como Starlight Reserve, uno de los pocos destinos del mundo con este reconocimiento internacional.

La isla como enseñanza

Las Canarias enseñan que la naturaleza no es algo que conquistar, sino que escuchar. Cada grano de arena volcánica, cada cráter testigo de erupciones milenarias, cada ola que moldea la costa lleva consigo un mensaje de equilibrio dinámico: la belleza nace del cambio, de la continua transformación de la materia.

Quien visita estas islas vuelve a casa con una conciencia nueva: la Tierra no nos pertenece sino que nos acoge, con la misma paciencia geológica con la que ha transformado el magma incandescente en vida, en bosques de laurisilva, en ecosistemas únicos que albergan especies endémicas que solo se encuentran aquí, en este rincón del Atlántico donde el fuego ha aprendido a convertirse en belleza.