El turismo en Canarias está atravesando una fase de profunda transformación. En 2024, más de 15 millones de turistas visitaron las Islas Canarias, con España que acogió casi 100 millones de turistas, entre los cuales 30,5 millones eligieron las Islas Canarias y las Baleares como destino. Solo en 2022 en Canarias hubo 14 millones de visitantes frente a 2 millones de habitantes, cifras desproporcionadas que están poniendo los servicios y los ecosistemas al límite.
Sin embargo, después de años de crecimiento vertiginoso, el viajero contemporáneo busca hoy algo diferente: menos cantidad, más calidad. Ya no solo mar y relax, sino experiencias auténticas, contacto con la naturaleza y respeto por el medio ambiente y las comunidades locales. Es el nuevo rostro del turismo lento y sostenible, una tendencia que el archipiélago está interpretando con inteligencia, aunque debe afrontar desafíos enormes.
El colectivo Canarias se Agota ha promovido una gran protesta que, el pasado 20 de abril de 2024, vio desfilar decenas de miles de personas en Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Arrecife, Puerto del Rosario y otras localidades. “Canarias se agota”: con este lema, la población del archipiélago salió a la calle para denunciar la difícil convivencia entre un modelo turístico poco atento a la sostenibilidad y una riqueza natural con pocos equivalentes en el mundo.
Los residentes de Canarias expresan preocupación por el creciente impacto del turismo en su cotidianidad. No están en contra de los visitantes, pero piden una toma de conciencia sobre sus hábitos en vacaciones y sobre cómo estos influyen en la ecología y la comunidad local. Los lemas de las protestas no dejan espacio a dudas: “El turismo no paga mi alquiler”, “No es sequía, es saqueo”, evidenciando cómo la fuerte presencia extranjera y la falta de regulación sobre las inversiones inmobiliarias están haciendo aumentar los precios de las viviendas.
Y sin embargo, hay otra cara de la moneda. Las Islas Canarias son un tesoro de biodiversidad, donde gran parte del suelo y de las aguas está protegida y cinco de las ocho islas del archipiélago han sido declaradas Reserva de la Biosfera por la UNESCO, cuatro de las cuales en su totalidad: La Palma, Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura, mientras en Gran Canaria el 46% de la superficie es Reserva de la Biosfera. El archipiélago cuenta con cuatro sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO: el Risco Caído y las Montañas Sagradas en Gran Canaria, el Parque Nacional del Teide y la ciudad de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife, y el Parque Nacional de Garajonay en La Gomera.
Se estima que en los últimos tres años el sector turístico de Canarias ha reducido en más del 20% la huella de carbono derivada de su actividad y que tiene el objetivo de alcanzar una reducción del 50% en 2030 gracias a la implementación de soluciones de ahorro energético y a la introducción de energías renovables, además de la limitación del consumo de agua y suelo. La isla más al sur de Canarias, El Hierro, se ha vuelto completamente autosuficiente a nivel energético con la central hidroeólica de Gorona del Viento, un modelo a seguir que demuestra que es posible promover la sostenibilidad poniendo en práctica cambios respetuosos con el medio ambiente.
El ecoturismo se ha convertido en parte integral de la oferta turística de Canarias, con empresas locales que ofrecen experiencias que ponen en relieve la belleza natural de las islas respetando el medio ambiente: desde excursiones guiadas por senderos naturales hasta la observación de aves y actividades acuáticas ecológicas. Ha surgido una nueva tipología de turista, más atento y preocupado por el lugar al que se dirige, que ha dado vida a un turismo responsable, particularmente sensible y respetuoso con el medio ambiente y las poblaciones locales.
Muchos municipios, sobre todo en las zonas del interior, están redescubriendo antiguos senderos y restaurando casas tradicionales para crear redes de acogida sostenible, promoviendo una economía difusa e inclusiva. En Tenerife, en la zona de los viñedos del Valle de La Orotava, Tacoronte, Tegueste y en el sur en el Valle de Güímar y Candelaria se encuentran los guachinches: tabernas de vino de gestión familiar donde sirven vino local y algunos productos y recetas de la tradición canaria, auténticos lugares que responden a las exigencias de un turismo más sostenible.
La dicotomía entre turistas de alto poder adquisitivo y población local con escasos ingresos conduce al inevitable resultado de que a menudo la población canaria se vea reducida al estado de “trabajadores pobres”, de emigrantes económicos en un archipiélago que se ha hecho famoso por los expatriados que teletrabajan. El turismo ocupa el 3% del territorio de Canarias, genera el 40% del empleo y representa el 35% del PIB, pero se discute si continuar apostando todo al monocultivo turístico o si habrá una diversificación.
Tanto los guías locales como los expertos sugieren adherirse a prácticas turísticas respetuosas: desde la elección de actividades ecocompatibles hasta apoyar las economías locales, buscando experiencias auténticas, comiendo en restaurantes locales y participando en tours culturales. La creciente conciencia ambiental ha llevado a muchos actores del turismo en 2024 a buscar experiencias más sostenibles y auténticas, lejos de los destinos masivos, estimulando el desarrollo de ofertas turísticas alternativas enfocadas en turismo rural, cultural o ecoturismo.
El futuro del turismo canario pasa pues por un equilibrio delicado: aquel entre crecimiento y conservación, entre hospitalidad y protección, entre presencia y respeto. Un equilibrio que no es solo económico, sino cultural y social, porque viajar lentamente significa también aprender a mirar un lugar con ojos nuevos, a escucharlo antes de consumirlo. Canarias, con su naturaleza potente y su humanidad silenciosa, parecen nacidas precisamente para este nuevo modelo de turismo: un turismo que no agota los recursos sino que los regenera, que no aleja a las comunidades sino que las valoriza, que no olvida sino que transmite.

