En 2025, las Islas Canarias se consolidan como uno de los polos agroalimentarios más dinámicos de Europa, escribiendo una página inédita en su historia económica. Según los datos difundidos por el Gobierno de Canarias y la Cámara de Comercio local, las exportaciones del sector agroalimentario han registrado un incremento del 18% respecto a 2024, alcanzando valores récord y consolidando la presencia del archipiélago en mercados estratégicos como Alemania, Italia, Países Bajos y Francia.
Un resultado que no llega por casualidad, sino que es el fruto de una estrategia de largo plazo fundamentada en tres pilares: innovación tecnológica, sostenibilidad ambiental y cooperación público-privada. Las empresas agrícolas canarias han sabido transformar los límites tradicionales del territorio —clima árido, escasez de agua, insularidad— en oportunidades competitivas, invirtiendo masivamente en tecnologías de riego inteligente, agricultura de precisión y packaging ecológico.
La marca "Made in Canarias" conquista Europa
El éxito internacional de Canarias pasa a través de productos de nicho que expresan la identidad única del archipiélago: el plátano de Canarias IGP, símbolo gastronómico y agrícola de las islas; los vinos volcánicos, nacidos de terrenos lávicos que confieren perfiles organolépticos irrepetibles; los tomates biológicos, cultivados con métodos respetuosos con la biodiversidad; y los quesos caprinos de alta montaña, fruto de tradiciones pastorales seculares y microclimas exclusivos.
Estos productos no son solo excelencias enogastronómicas, sino verdaderos embajadores de un modelo agrícola que conjuga calidad, tipicidad y respeto al medio ambiente. La marca "Made in Canarias" está conquistando reconocimientos internacionales precisamente por su capacidad para narrar un territorio a través del sabor, valorizando técnicas agrícolas tradicionales integradas con soluciones tecnológicas de vanguardia.
ZEC y cooperación internacional: las palancas de la exportación
Un papel estratégico en el boom de las exportaciones lo desempeña la Zona Especial Canaria (ZEC), un régimen fiscal favorable que ofrece ventajas competitivas a las empresas orientadas a la internacionalización. Este instrumento, combinado con la colaboración con organismos como el ICE (Instituto para el Comercio Exterior) y Eurostat, ha permitido a las empresas canarias acceder más fácilmente a los mercados exteriores, mejorar el monitoreo de la desempeño y desarrollar estrategias de penetración comercial más eficaces.
"El objetivo es crecer sin comprometer el medio ambiente. Cada empresa que exporta hoy representa también un pedazo de sostenibilidad canaria," subraya el director económico regional, evidenciando cómo competitividad y tutela ambiental no están en contradicción, sino que forman parte de una visión integrada de desarrollo.
Impacto social: renacimiento de las áreas rurales
Además de los resultados económicos, la exportación agroalimentaria está generando un impacto social significativo. En las zonas interiores y rurales del archipiélago, históricamente golpeadas por el despoblamiento y la marginalidad económica, se observa hoy una revitalización: nuevas empresas agrícolas nacen gracias a incentivos públicos, jóvenes agrónomos encuentran oportunidades profesionales cualificadas y las comunidades locales redescubren el valor económico de sus tradiciones productivas.
Se trata de un fenómeno que va más allá de la dimensión puramente económica: la agricultura de calidad orientada a la exportación se convierte en un instrumento de cohesión territorial, capaz de retener a los jóvenes en las áreas rurales y de recrear un tejido productivo sostenible e inclusivo.
Un modelo replicable para el sur de Europa
La experiencia de Canarias demuestra que también territorios con vínculos estructurales —insularidad, limitación de los recursos hídricos, dimensión reducida del mercado interno— pueden transformarse en polos de excelencia agroalimentaria si están respaldados por políticas con visión de futuro, tecnologías adecuadas y una gobernanza eficaz.
El modelo canario se propone como ejemplo replicable para otras regiones del Sur de Europa que enfrentan desafíos similares: territorios insulares, áreas montañosas y regiones agrícolas marginales que, mediante innovación y especialización cualitativa, pueden encontrar una vía original al desarrollo económico sin renunciar a la sostenibilidad ambiental y social.
Canarias demuestra, en suma, que la agricultura del futuro no es solo producción intensiva, sino valorización inteligente de las especificidades territoriales, integración entre tradición e innovación y capacidad para transformar la calidad en ventaja competitiva en los mercados globales.

