El vínculo con Portugal y el legado mudéjar en las Islas Canarias: un patrimonio cultural a menudo oculto

Scritto il 21/11/2025
da Redacción

La historia de las Islas Canarias está tradicionalmente asociada casi exclusivamente a la dominación y la cultura española. Sin embargo, un análisis más profundo revela un entramado mucho más estratificado, en el cual Portugal y el legado mudéjar —fruto del encuentro entre cultura cristiana y arte morisco— han jugado un papel fundamental en la construcción de la identidad arquitectónica, cultural y social del archipiélago.

Un vínculo histórico con Portugal más fuerte de lo que se piensa

Antes incluso de la anexión definitiva a la Corona de Castilla, las Islas Canarias fueron meta de exploradores, colonos y mercaderes portugueses. Portugal fue uno de los primeros reinos europeos interesados en controlar las islas por motivos estratégicos y comerciales, y la presencia portuguesa dejó huellas profundas en el tejido social y constructivo del archipiélago.

Colonos y artesanos lusitanos contribuyeron al nacimiento de las primeras comunidades agrícolas y marineras, introduciendo técnicas constructivas distintivas. El uso de la madera esculpida y de portales en piedra basáltica, característicos de la arquitectura portuguesa, influyó en el estilo de las primeras iglesias y de las casas señoriales. También usos y costumbres, desde la gastronomía hasta la toponimia, conservan todavía hoy rastros evidentes del legado lusitano.

Estos aportes permanecieron largo tiempo en segundo plano en la narrativa histórica oficial, pero recientes estudios historiográficos y arquitectónicos están devolviendo la atención sobre este filón cultural, que ha contribuido a la fisonomía urbana del archipiélago en medida igual a la sucesiva influencia castellana.

La influencia mudéjar: cuando el arte morisca se convierte en parte del paisaje canario

Junto a la presencia portuguesa, un papel decisivo ha sido desempeñado por el estilo mudéjar, nacido en la península ibérica como fusión entre estética islámica y arquitectura cristiana. Este estilo floreció entre los siglos XIV y XVI y llegó a Canarias a través de artesanos y maestranzas procedentes del sur de España y, en parte, del propio Portugal.

Los elementos mudéjares más reconocibles en el archipiélago comprenden techos artesonados en madera tallada, a menudo decorados con motivos geométricos de derivación islámica, que representan verdaderas obras maestras de carpintería. Los patios internos con columnas de madera, presentes en las casas señoriales de La Laguna y Las Palmas, recuerdan la organización espacial de las viviendas andaluzas de tradición morisca.

Portales, arcos y ventanas con decoraciones fitomorfas o entrelazados geométricos testimonian la habilidad de la artesanía mudéjar, mientras que campanarios y estructuras eclesiásticas mezclan piedra volcánica local, madera de tea y elementos decorativos moriscos en composiciones únicas en el panorama arquitectónico europeo.

Un museo al aire libre

Las ciudades históricas de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), Vegueta y Triana (Gran Canaria), Garachico, La Orotava y partes de La Palma representan hoy un auténtico museo al aire libre donde la impronta mudéjar se entrelaza con componentes portugueses y castellanos, dando vida a un lenguaje arquitectónico único.

San Cristóbal de La Laguna, declarada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1999, conserva uno de los centros históricos mejor preservados con evidentes huellas mudéjares en los palacios nobiliarios y en los edificios religiosos. Vegueta, el núcleo originario de Las Palmas de Gran Canaria, presenta en cambio una estratificación de estilos donde el mudéjar convive con elementos coloniales y renacentistas.

Una identidad cultural construida sobre el encuentro

Esta hibridación entre tradiciones portuguesas y estilo mudéjar testimonia cómo Canarias ha sido, desde los orígenes, una encrucijada de pueblos, técnicas y sensibilidades artísticas. El patrimonio arquitectónico resultante representa hoy no solo un valor cultural identitario, sino también una oportunidad concreta para el turismo cultural: la valorización de pueblos, barrios históricos y edificios mudéjares puede atraer visitantes interesados en experiencias auténticas, apoyando al mismo tiempo la restauración conservativa y la memoria histórica del archipiélago.

La mezcla cultural cuenta la pluralidad de las influencias europeas, la persistencia del legado morisco en el panorama atlántico y la capacidad del archipiélago de integrar diversidad en una identidad original. Hoy el redescubrimiento de estos elementos representa no solo un deber de tutela patrimonial, sino también una palanca económica para promover formas de turismo sostenible y culturalmente consciente, capaces de preservar el inestimable legado material de las islas para las generaciones futuras.

Hoy el redescubrimiento de estos elementos representa no solo un valor cultural, sino también una oportunidad para promover el turismo histórico, valorizar pueblos y antiguos barrios y apoyar restauraciones que preserven la inestimable memoria material de las islas.