En el corazón de Bolivia, a lo largo de lo que fue en otro tiempo la orilla de un antiguo lago de agua dulce, los paleontólogos han sacado a la luz la mayor colección de huellas de dinosaurios jamás documentada en el mundo. En Carreras Pampa, dentro del Parque Nacional Torotoro, se han contado más de 16.600 huellas y 1.378 rastros de natación, distribuidos sobre una superficie de aproximadamente 7.485 metros cuadrados, según lo publicado en la revista PLOS One por el equipo dirigido por Raúl Esperante del Geoscience Research Institute.
Estos signos se remontan a un período comprendido entre 101 y 66 millones de años atrás, hacia el final del Cretácico, cuando los dinosaurios se acercaban a su extinción. La extraordinaria concentración de rastros en un único estrato sedimentario sugiere que este lugar funcionaba como una verdadera autopista prehistórica, una ruta recorrida intensamente por criaturas de todo tamaño.
La mayoría de las huellas pertenecen a los terópodos, dinosaurios bípedos carnívoros que incluyen ancestros del actual Tyrannosaurus rex. Algunos rastros tienen huellas inferiores a los 10 centímetros, una rareza en el registro fósil, probablemente dejadas por ejemplares jóvenes o por especies más pequeñas. La calidad de la conservación es excepcional: son visibles detalles como uñas, almohadillas plantares e incluso los bordes elevados de sedimento empujado lateralmente por el paso de los animales.
El yacimiento preserva también numerosos rastros de colas arrastradas y más de 280 pistas de natación, evidencias rarísimas que documentan el comportamiento de los dinosaurios en aguas poco profundas. Algunos rastros muestran signos distanciados de los dedos, indicativos de un animal flotante que tocaba el fondo de manera intermitente. Estas huellas de natación alternan regularmente el pie derecho e izquierdo, ofreciendo una visión dinámica sobre cómo estos gigantes se movían en el agua.
Los investigadores han identificado 1.321 pistas continuas que muestran cambios de velocidad, direcciones y profundidades variables, revelando un ecosistema costero complejo y activo. La orientación predominante de los rastros, de noroeste a sudeste, sigue el curso de la antigua línea de costa, sugiriendo que los dinosaurios utilizaban este recorrido como vía de comunicación natural. La orientación paralela de algunas pistas indica que algunos dinosaurios podrían haber viajado en grupo.
Las condiciones geológicas han jugado un papel crucial en la preservación. El fondo del lago estaba compuesto por barro carbonático rico en pequeños gránulos de carbonato de calcio y conchas de ostrácodos, creando la consistencia perfecta para capturar impresiones detalladas y duraderas. Una vez cubiertas por nuevo sedimento, estas huellas se solidificaron durante millones de años.
Carreras Pampa establece ahora nuevos récords mundiales por número de huellas individuales, pistas continuas, rastros de colas y rastros de natación. El descubrimiento es particularmente significativo porque en Bolivia los restos esqueléticos de dinosaurios son extremadamente escasos, haciendo de estos rastros fósiles la única ventana disponible para comprender la vida prehistórica de la región.
La leyenda local atribuía estas gigantescas huellas de tres dedos a monstruos sobrenaturales capaces de hundir las garras incluso en la piedra sólida. Solo en los años sesenta los científicos revelaron la verdadera naturaleza de estos signos, disipando los temores de los niños del lugar. Hoy, después de décadas de relativa oscuridad científica, Carreras Pampa emerge finalmente como uno de los yacimientos paleontológicos más importantes del planeta, un lugar donde el tiempo se detuvo y preservó, paso a paso, la vida de todo un ecosistema del Cretácico tardío.

