Mientras París y Berlín se vacían en Navidad y las tiendas cierran por vacaciones, en Canarias sucede exactamente lo contrario. Entre el 15 de diciembre y el 10 de enero, el archipiélago recibe aproximadamente 2 millones de turistas que transforman las islas en un gigantesco resort al aire libre donde la economía gira veinticuatro horas. Alemanes que escapan de la nieve, ingleses que buscan el sol, italianos cansados del frío, escandinavos que no ven luz desde octubre: todos convergen en estas siete islas volcánicas donde en Navidad puedes bañarte en camiseta.
El turismo navideño no es solo un componente de la economía canaria, es la economía canaria. Representa el 35% de los ingresos turísticos anuales concentrados en menos de un mes. Hablamos de aproximadamente 3 mil millones de euros que entran en el archipiélago en cuatro semanas, sosteniendo 400.000 puestos de trabajo directos e indirectos en una región de 2,2 millones de habitantes. Cuando un alemán reserva una semana en Playa del Inglés, no está solo pagando un hotel: está financiando restaurantes, taxis, supermercados, excursiones, alquileres de coches, tiendas de souvenirs, bares, discotecas y toda esa red de microeconomías que viven del turista que llega y gasta.
Los números que explican por qué los hoteles están siempre llenos
La ocupación hotelera durante las fiestas navideñas supera establemente el 90% en todas las islas principales, con picos del 95-98% en las zonas más turísticas. En Tenerife sur, de Los Cristianos a Costa Adeje, encontrar una habitación libre después del 20 de diciembre sin haber reservado al menos tres meses antes es prácticamente imposible. Lo mismo vale para Puerto del Carmen en Lanzarote, para Corralejo en Fuerteventura y para la zona de Las Canteras en Las Palmas de Gran Canaria.
Pero los números de ocupación cuentan solo la mitad de la historia. La otra mitad son los precios. Un hotelde cuatro estrellas en Costa Adeje que en noviembre cuesta 80 euros por noche, en Navidad llega tranquilamente a 250-300 euros. Los apartamentos turísticos triplican las tarifas. Un monoambiente en Puerto del Carmen que fuera de temporada va a 40 euros por noche, entre Navidad y Año Nuevo lo encuentras difícilmente por debajo de 120-150 euros. Los vuelos siguen la misma lógica: un Milán-Tenerife que en febrero cuesta 80 euros ida y vuelta, en diciembre supera fácilmente los 300 euros.
Este fenómeno tiene un nombre preciso: yield management llevado al extremo. Los hoteleros saben que la demanda es altísima y relativamente inelástica, es decir, la gente viene de todos modos aunque suban los precios. Para muchas familias del norte de Europa, pasar la Navidad al sol se ha convertido en una tradición irrenunciable, casi una inversión en salud mental después de meses de oscuridad y frío. Y están dispuestas a pagar.
El resultado es que el RevPAR, el ingreso por habitación disponible que es el indicador clave de la industria hotelera, durante las fiestas navideñas es tres veces superior respecto al promedio anual. Un hotel de 200 habitaciones en Playa de Las Américas puede facturar en tres semanas lo que normalmente factura en dos meses. Esto explica por qué muchos hoteles en las zonas turísticas cierran por renovación en octubre-noviembre: saben que deben estar impecables para el período dorado.
Las Palmas, Tenerife, Lanzarote: quién gana más
Tenerife es la reina indiscutida del turismo navideño canario. Solo esta isla recibe aproximadamente 800.000 visitantes entre diciembre y enero, más del 40% del total del archipiélago. La zona sur de la isla, de Los Cristianos a Adeje, es un concentrado de resorts todo incluido, hoteles de lujo, centros comerciales y restaurantes que trabajan a pleno régimen veinticuatro horas. El impacto económico para Tenerife se estima en más de 1,2 mil millones de euros solo para el período navideño.
Gran Canaria sigue con aproximadamente 600.000 turistas y un impacto económico de cerca de 900 millones. La diferencia respecto a Tenerife es que Gran Canaria tiene una distribución más equilibrada: Maspalomas y Playa del Inglés en el sur atraen a las familias alemanas, mientras que Las Palmas, capital, se está volviendo cada vez más popular entre los city-breakers que buscan una experiencia urbana combinada con la playa. El barrio de Vegueta durante las fiestas se llena de turistas que visitan la Catedral y el museo de Colón, mientras Las Canteras se convierte en una Copacabana europea con alemanes que juegan vóley playa el 25 de diciembre.
Lanzarote, con 350.000 visitantes en el período navideño, tiene una economía turística más concentrada. Puerto del Carmen, Costa Teguise y Playa Blanca absorben el 90% de los turistas, y el resto de la isla mantiene una autenticidad que en Tenerife y Gran Canaria ya desapareció. El impacto económico se estima en 500 millones de euros, proporcionalmente altísimo considerando que la isla tiene solo 150.000 habitantes residentes. Significa que cada habitante de Lanzarote se beneficia indirectamente de aproximadamente 3.300 euros del turismo navideño.
Fuerteventura recibe aproximadamente 250.000 turistas navideños, Lanzarote es estable alrededor de los 350.000, mientras La Palma, La Gomera y El Hierro juntas no superan los 50.000. Estas últimas tres islas han elegido, o han sido obligadas por la geografía, a apostar por un turismo diferente: menos masivo, más orientado al trekking y la naturaleza, con una estacionalidad menos marcada.
Agotado desde noviembre: anatomía de un fenómeno
El fenómeno del todo agotado comienza mucho antes de Navidad. Los ingleses y los alemanes, que representan el 60% de los turistas invernales, reservan con muchísima anticipación. Muchos hoteles en Tenerife sur tienen las reservas para Navidad 2025 ya cerradas en febrero de 2025, es decir, diez meses antes. Esto permite a los operadores planificar con precisión compras y renovaciones.
¿Pero por qué esta carrera loca a las reservas? Primero, Canarias es el único destino europeo donde tienes garantía de sol y temperaturas de playa en diciembre. La Riviera romagnola está desierta, la Costa del Sol está fría, incluso el sur de España no garantiza los 22-24 grados que encuentras en Canarias. Segundo, la distancia: son 4 horas de vuelo desde Italia, 4,5 desde Alemania, 4 desde Inglaterra. Comparadas con Maldivas (10 horas), Caribe (9-11 horas) o Tailandia (12 horas), están a la vuelta de la esquina. Tercero, la infraestructura: Canarias tiene décadas de experiencia en turismo de masas, saben cómo gestionar millones de visitantes sin que el servicio colapse.
El lado oscuro de este éxito es que los residentes canarios son progresivamente excluidos del mercado inmobiliario turístico. Un apartamento en Puerto de la Cruz que podría ser alquilado a un local por 600 euros al mes, en Airbnb en diciembre genera 3.000-4.000 euros en tres semanas. La matemática es brutal: ¿por qué alquilar a un residente cuando puedes hacer seis veces más con los turistas? El resultado es que encontrar casa para los trabajadores locales, especialmente en las zonas turísticas, se ha vuelto casi imposible.
La protesta de 2023 con el eslogan "Canarias tiene un límite" llevó a la plaza a miles de residentes que pedían regulaciones más estrictas sobre el turismo. La paradoja de Canarias es que el sector que alimenta la economía es el mismo que está haciendo imposible la vida a los residentes. Los salarios promedio en el archipiélago están entre los más bajos de España, pero los precios de las casas están entre los más altos, inflados por la demanda turística.
La economía que nunca duerme
Durante las fiestas navideñas, Canarias entra en una modalidad operativa que no tiene pausas. Los supermercados están abiertos todos los días, los restaurantes hacen dobles y triples turnos, los taxis trabajan 24/7, las excursiones salen cada mañana. El aeropuerto de Tenerife Sur gestiona hasta 70.000 pasajeros al día en los picos de finales de diciembre, números de hub internacional. Las compañías de alquiler de coches vacían los estacionamientos: cada coche disponible se alquila, a menudo con reservas que parten seis meses antes.
Los restaurantes en las zonas turísticas contratan personal extra solo para diciembre-enero. Camareros que llegan de la península ibérica sabiendo que en un mes pueden ganar lo que en tres meses en otro lugar, gracias a las propinas y los turnos agotadores. Las tiendas de souvenirs ordenan stock triple. Las agencias de excursiones organizan tours múltiples al día al Teide, Timanfaya, las cuevas de Jameos del Agua.
Y luego están los servicios invisibles: las lavanderías industriales que trabajan noche y día para proveer sábanas limpias a los hoteles, los mayoristas alimentarios que abastecen los restaurantes, las sociedades de limpieza, los mantenedores de piscinas, los electricistas, los fontaneros. Toda esta máquina debe funcionar perfectamente porque el turista alemán o inglés que ha pagado 3.000 euros por una semana espera estándares impecables.
El turismo navideño en Canarias no es un fenómeno espontáneo, es una industria perfectamente aceitada construida en cincuenta años. Una industria que genera riqueza pero también dependencia, que crea trabajo pero también precariedad, que atrae inversiones pero también especulación. Dos millones de turistas en un mes son una bendición económica y una maldición social. Canarias lo sabe, pero por ahora no ha encontrado alternativas. Y mientras el debate sobre el turismo sostenible continúa, los hoteles para Navidad 2026 ya están agotados.
Fuentes: Instituto Canario de Estadística (ISTAC) - Datos turísticos 2024, Exceltur - Impacto económico turismo Canarias, INE - Encuesta de ocupación hotelera, Promotur Turismo Canarias, Federación de Empresarios de Hostelería de Las Palmas

